KingKong
La idea del gorila gigante no es nueva: ya en la novela Los Viajes de Gulliver (Gulliver's Travels, 1726), de Jonathan Swift, hay una idea muy similar, en concreto en el episodio "El viaje a Brobdinngnag", donde un simio gigante introduce una mano por la ventana de un edificio, recoge al inquilino, Gulliver en concreto, y parte con él, hasta encaramarse en lo alto de un edificio... Preguntado al respecto, Cooper mencionó que no conocía tal episodio del célebre libro.
Es evidente que las bondades del film no son por determinados elementos que en él confluyen, sino más bien, diríase, a la suma de todos ellos, que producen el hechizo de crear un todo mayor que sus partes. Se ha visto el film como una parábola social, como una alegoría freudiana o, en fin, como una simple fantasía aventurera y lúdica. El trabajo de animación de Willis O'Brien, la puesta en escena poderosa y efectiva de Schoedsack y Cooper, la atmosférica partitura de Max Steiner –que comienza cuando el barco se interna en la niebla: la realidad carece de música diegética, hasta que los personajes incursionan en el onírico mundo de la Isla de la Calavera-; todo, en suma, conduce a que King Kong (King Kong, 1932) sea una de las grandes películas de toda la historia del cine, amén de, por supuesto, como dijo Carl Denham, la Octava Maravilla del Mundo...
JJJJJ